viernes, 21 de agosto de 2015

Conocer la historia de un país también es viajar

Tras hacer una tarde en Kampot, famosa por tener la mejor pimienta del mundo (y un monumento gigante y absurdo al Durian), llegamos a nuestra siguiente etapa del viaje: Phnom Penh, capital de Camboya.



La ciudad tiene un trazado de calles perfectamente cuadriculado y éstas en lugar de nombre propio tienen un número, lo cual nos ayuda bastante a orientarnos y llegar a nuestro hostal, cerca del Palacio Real. Como al llegar a la ciudad todavía es pronto, recorremos los alrededores del Palacio y la Pagoda de Plata, para terminar callejeando hacia el Tuol Sleng (también conocido como S-21). Se trata de un antiguo colegio que durante la época de los jemeres rojos se transformó en una de tantas cárceles clandestinas, donde se encerraba, torturaba y ejecutaba a todo aquel que el régimen considerase oportuno. Actualmente convertido en museo, mantiene las aulas transformadas en celdas, con una colección interminable de fotografías de todo aquel que pasó por allí (antes, y en algunos casos después de ser torturado), así como los testimonios de la escasa decena de personas que logró salir con vida de aquí. Un lugar que hiela la sangre a cualquiera que quiera conocer más de cerca la barbarie que se cometió en este país hace tan solo 40 años.



Según terminamos la visita nos dirijimos al hostal, donde todas las tardes a las 18:00 h ponen la película de "Los gritos del silencio", que enfoca esta época histórica desde el punto de vista de un grupo de periodistas internacionales, así como de uno camboyano que cae preso del régimen. 

A la mañana siguiente alquilamos unas bicis y pedaleamos por las alocadas calles de la ciudad unos 15 km hasta llegar a los Killing fields, el campo de ejecución más grande de los jemeres rojos, al cual se trasladaba a los presos del S-21 y de otras cárceles cuando empezó a faltar espacio para ocultar los cadáveres en ellas. Actualmente se trata de una región alejada de la ciudad, tranquila, llena de árboles y sombra al lado de un lago, que invita al paseo y la reflexión. Antaño debió de ser una de las mayores atrocidades que vivió este país. Recorrimos el campo con una audioguía que nos iba dando información bastante completa, hasta terminar en una stupa erigida como monumento funerario a las víctimas de los jeremes rojos, y repleta de cráneos y otros huesos que se encontraron allí; otros siguen aún escondidos bajo las tierras del lago. Con esta visita ponemos fin a nuestro recorrido por la historia reciente de Camboya, y nos ponemos a pedalear de vuelta a la ciudad.



Una vez en Phnom Penh, visitamos distintos mercados, comemos, descansamos de las bicis y por la tarde nos vamos a una clase (¡otra!) de meditación Vispasana, para relajarnos y poner en orden tanta información recibida en tan poco tiempo. Ya por la noche aprovechamos para pasear por la rivera del río y el mercado nocturno, y a la mañana siguiente temprano cogemos un autobús que nos llevará a Kratie, ciudad bañada por el omnipresente Mekong.

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