Y después de refrescarnos y de un poco de montaña, le llega el turno a un poquito más de playa en Mui Ne. Nuestra idea era pasar incluso menos de 24 horas en esta ciudad, conocida por sus dunas, sus resorts y por la pesca y la salsa de pescado que fabrican; pero nuevamente, y a pesar de haber llamado desde Dalat, nada más llegar nos dicen que todos los autobuses están llenos para el día siguiente y que nos tendremos que ir un día más tarde. Última jugarreta del Open Bus.
Nos hospedamos en un hostal de lo más agradable, pero que se notaba muy abandonado y falto de explotación (y eso que lo regentaba un alemán); y salimos a caminar por la única calle que tiene esa zona de la ciudad. Una calle orientada casi en exclusiva al turismo ruso, lleno de hoteles y pequeño resorts, bares de fiesta y restaurantes de pescado y marisco fresco, que se exhibe en cubetas a la entrada.
A la mañana siguiente, y dado que teníamos todo el día, decidimos alquilar un par de motos y recorrer los 25 km que nos separan de las dunas de arena blanca. Tras un paseo en el que nos quedamos sin gasolina (por aquí apenas hay gasolineras, y todo el mundo intenta lucrarse vendiéndote el litro de gasolina un 50-70% más caro, en la Puerta de su casa), llegamos a las montañas de arena, rodeadas por la carretera, un lago y un pinar: un paisaje sin precedentes en lo que llevamos de viaje, y que no deja de sorprendernos que exista ahí, en mitad de la nada.
Después de un rato nos recogemos y decidimos parar a mitad de camino para bañarnos en una playa de pescadores, en la que no encontramos más que botes y caracolas, así que es el lugar perfecto para refrescarse antes de llegar a la villa de pescadores (el verdadero Mui Ne). De ahí nos dirigimos de nuevo a la zona turística, donde aparcamos las motos para caminar por el Fairy Stream. Éste consiste en una caminata por en medio de un riachuelo que no cubre mucho más allá de los tobillos, rodeado por arena rojoanaranjada, y formaciones blanquecinas en forma de chimeneas, todo ello a su vez contrastado con el verde de la vegetación. Al final del camino, unas pequeñas cascadas nos esperan para masajearnos la espalda con sus aguas.
Finalmente, nuestra última parada del día son las dunas rojas, mucho más masificadas que las anteriores, pero desde donde hay unas vistas privilegiadas hacia el atardecer que refleja sus tonos en los de la arena. Esperamos allí hasta que el Sol se despide, y volvemos al hostal para cenar un poco de "seafood" en una terraza, aprovechando que más fresco que aquí, en pocos sitios.
Al día siguiente algunos madrugamos para ver el amanecer en la playa (aunque resulta que el Sol sale detrás de ésta), y damos algún que otro paseo y organizamos lo que nos queda de viaje en Vietnam, y Camboya. A medio día ya estamos esperando para coger el último trayecto del billete de Open Bus, rumbo a Saigon.
La verdad que esta pequeña ciudad, a pesar de ser una calle que vive en exclusiva del turismo, y sin mucho encanto, nos ha sorprendido muy positivamente por sus alrededores. Al final hasta nos hicieron un favor reteniéndonos un día entero, y permitiendo que viésemos tranquilamente todo el entorno natural que hace a Mui Ne algo más que un simple sitio de playa.
Que de experiencias!!!
ResponderEliminarEs estupendo poder seguirlas un poquito con este blog
Es una buena agenda de viaje, ya llegando al ultimo tercio.
A seguir disfrutando
Un abrazote grande para que llege hasta alli!!!