sábado, 29 de agosto de 2015

¡A caminar y a hacer dedo se ha dicho!

Nos despedimos de nuestra casera de Chiang Rai, alias "la Hierbas", entre risas (como no), y cogemos un autobús a Mae Chan. Allí hacemos trasbordo a un tuk-tuk que nos lleva a través de las montañas hasta que llegamos a Mae Salong.



Allí encontramos el alojamiento más barato de todo el viaje (¡sólo 50 baths, con lavandería gratis!), y después de comer, nos ponemos a caminar. La ruta nos llevó por un camino asfaltado, que atraviesa varias aldeas de diferentes etnias de la región. De camino a una de estas aldeas, un coche nos paró y nos ofreció llevarnos camino abajo hasta ella; pero la subida nos la comimos con patatas. Tras cuatro horas de abruptas subidas y bajadas, completamos nuestra ruta. Ya en el hostal aprovechamos la free laundry, y nos vamos a dormir pronto ya que mañana nos esperan 240 km de ¡autostop!



A la mañana siguiente desayunamos en el 7-eleven, ¡y a parar coches! La primera pickup nos baja la colina hasta la estación de tuk-tuks, a pesar de que él paraba antes. Y allí mismo, delante de un control de policía, nos lanzamos sobre otra pickup que nos lleva, a gran velocidad, hasta Tha Ton. Al poco rato,  paramos una vieja y oxidada pickup, que conducían una pareja de ancianos adorables, que nos lleva hasta la entrada de Mae Ai. Aquí, nos para otra pickup, que nos deja sentarnos en el interior con él. El conductor, de nombre Moses, era un pastor protestante, que se encargaba de llevar nada más y nada menos que seis orfanatos, con perspectivas a abrir más en Myanmar y Laos. Con él pasamos un agradable rato hasta llegar a Fang, donde nos deja en la estación de autobuses y nos despedimos de él. 

Caminamos un rato, hasta parar una nueva pickup que conducía una simpática tailandesa, que nos recorrió unos pocos kilómetros, con parada para que ella hiciera sus compras incluida. Nos deja en mitad de la carretera, donde nos recogen un padre y un hijo en su pickup, que nos llevan bastantes kilómetros al sur, por carreteras secundarias (con vistas espectaculares) en las que habría sido difícil parar algún coche. Durante este trayecto, el coche que iba detrás saca la cámara para grabarnos y hacernos fotos, lo cual nos divirtió bastante. Nos dejan en la desviación a Chiang Dao, donde paramos otra pickup en la que iba una familia, y una mujer mayor nos dice que nos lleva hasta Chaing Dao, así que allá que nos subimos.

Una vez en Chiang Dao, nos cuesta más hacer autostop, y nos vamos alejando del centro de la ciudad hasta que nos para una joven, que no habla casi inglés, con un toyota blanco. Le decimos que vamos a Chiang Mai, y no duda en sonreirnos y decirnos que vale, así que subimos al coche, macutos incluidos. Los 84 km que nos separaban de la ciudad, no los recordamos muy nítidamente, ya que los tres caímos rendidos nada más subirnos al coche (¡menudo morro tenemos!). Cuando nos despertamos la chica sonríe y, dado que era difícil comunicarse con ella, nos deja en Chaing Mai, pero lejos del centro de la ciudad. Desde allí ya había tuk-tuks al centro, pero queríamos completar nuestra etapa a dedo, así que paramos una última pickup que nos acerca hasta la entrada del casco antiguo.

Así completamos nuestro día de viaje, tardando incluso menos que si hubiéramos ido en transporte público. Dado que las carreteras son mejores y hay más coches que en Laos (y el 80% son pickups), el trayecto fue mucho más cómodo que en nuestra anterior experiencia, y no estuvimos en ningún momento más de quince minutos esperando. 

1 comentario: