martes, 7 de julio de 2015

Vientiane, ¡qué bonita eres!

Como os habíamos adelantado, nos encontramos en la capital de Laos. Hay mucho debate amor-odio  acerca de esta ciudad. Nosotros somos de los primeros.

Después de que Mr. Vienchang nos acercara al centro de la ciudad, eligimos un hostal que acababa de abrir sus puertas esa misma semana. Todo era muy nuevo (ni siquiera habían quitado la funda del colchón) y a pesar de que no tuviera ventanas, teníamos aire acondicionado y desayuno. Asi que ¡Cómo dioses dormimos el primer día!

A la mañana siguiente mientrás desayunabamos, se nos unieron Andy y su mujer. Una pareja británica de unos 40 años que llevaban recorriendo mundo desde hace 7 meses. La historia de Andy es digna de mención y él mismo no tiene reparo en contártela. Desde los 16 años sin parar de trabajar hasta que llegó la crisis y le despidieron. Fue en ese momento cuando se replanteo su modo de vida y terminó por echarse la mochila al hombro junto con su pareja. Tenía previsto ahora irse dos meses (por lo menos) al sur de Tailandia a trabajar como monitor de buceo. Era muy interesante escucharle y además contamos con algunos consejos suyos para nuestras siguientes etapas.



Tras el desayuno, a patearnos la ciudad. Primera parada, el Patuxai, lo que ellos "humildemente" comparan con el Arco del Triunfo francés. Subimos a lo alto para contemplar sus "campos elíseos" que acaban en el Palacio Presidencial de la capital. En este último se mezclan el estilo francés con techos orientales. Enfrente, el Wat Si Saket, templo más antiguo de Vientiane con cientos de estatuillas de Buda y unos frescos que debido a la húmedad se han visto deteriorados, por lo que está en periodo de restauración. 


Parada para comer con descansito en una explanada a orillas del Mekong y peregrinación a un templo dwl extrarradio en el que habíamos leído que los sábados daban clases de meditación. Así que ahí que nos fuimos. La clase comenzó con una charla entre los monjes budistas y los asistentes a la clase, para luego recibir las nociones básicas de la meditación sentado y caminando. Fue una experiencia muy reconfortante que recomendamos a todo aquel que se encuentre algún sábado por Vientiane (y a los que no, también).

De vuelta al nuevo hostal (si, el lujo del aire acondicionado solo duro una noche), ducha, paseo por el mercado nocturno y cena en condiciones a orillas del río. No sabemos si fue que era fin de semana pero el paseo de la ribera estaba muy animado y los restaurantes repletos de gente. El paseo a pesar de la multitud estaba muy agradable.



Al día siguiente cogimos un par de bicis y a recorrernos un poco más de la ciudad. En esta ocasión acabamos en el Pha That Luang, una gran stupa dorada, monumento más importante de Laos y visita obligada en esta ciudad. Un par de templos más y debido al calor asfixiante, terminamos dándonos unos remojones (la temperatura del agua bien podría ser la de un spa) en la piscina municipal de la capital.



Al atardecer, nos despedimos del omnipresente Mekong hasta dentro de unos pocos díad y última cena acompañada de batidos de fruta. ¡Menuda gozada!


Nos pareció una ciudad sencilla y tranquila aunque el aumento del turismo pueda llevar a asemejarla a su vecina Bangkok en un futuro. Es una ciudad que refleja muy bien la vida laosiana en el que lo tradicional lucha por mantenerse frente a la constante evolución. Esperamos volver algún día y que siga manteniendo su espíritu.

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