jueves, 23 de julio de 2015

Nos encontramos en Hanoi

Tras un día para cruzar la frontera, pasar la noche en Thanh Hoa (tarea nada fácil), nos vamos a Hanoi en un bus local. Al llegar a la estación decidimos coger un autobús de línea para llegar al hostal, donde nos encontraríamos con Elvira y Lucas, que nos dejó prácticamente al lado y por tan solo 7000 dongs. El camino al hostal lo hicimos entre cientos de puestos de comida, venta de frutas y verduras, pescado, ranas... hasta llegar al pequeño y acogedor "Winter hostel". Allí nos reciben el señor Dong y su mujer embarazadísima (mientras escribimos esto esperamos que ya tenga a su nuevo niño en brazos), con lo que suponemos era zumo de caña de azúcar, y un free bananas, ¡and free tea and coffee! Tras dos días de autostop y uno de frontera, esto nos pareció el paraiso.



Tras instalarnos en nuestra habitación (¡con aire acondicionado!) y refrescarnos, sacamos toda la ropa de las mochilas y se la dimos al servicio de lavandería del hostal. Salimos a dar una vuelta de reconocimiento por Hanoi y probamos la primera comida vietnamita, y como en la mayoría de sitios aquí, en la calle. Cuando nos adentramos en el corazón de la ciudad nos recibe una marea de personas y sobre todo de motos en todas direcciones. Teniendo en cuenta que veníamos de Laos, donde la población de todo el país es casi menor que la de la capital vietnamita, el choque fue más brusco. ¡Menuda locura! Una ciudad que desprende vida por todas sus calles.



Después de dar una vuelta por el centro, volvemos para dar noticias de vida vía Skype, y tras una espera que se nos hizo más larga por la emoción, ¡llegaron! Obviamente les recibimos como merecían, cenando un puesto de comida callejero.


Al día siguiente, tras más de una hora de regateo con el Sr. Dong, contratamos dos tours para visitar la bahía de Halong y Sapa, que ya os contaremos más adelante. ¡Y a patear la ciudad! Empezamos rodeando el Hoan Kiem lake, en el que no logramos ver a ninguna tortuga de 200 kg en torno al templo que hay en su centro. De ahí caminamos hacia el templo de la literatura, primera universidad de Vietnam, fundada en el siglo XI, en el que ya se deja ver la influencia china dejando de lado el budismo de Laos, e incluyendo elementos taoistas y confucionistas. Después vuelta al hostal a refugiarse del calor, hasta las cinco que salimos a visitar la catedral de Hanoi (nada del otro mundo, pero es curioso el choque que causa una inglesia neogótica en tanta maraña oriental). Y tras ello, ¡al teatro de marionetas acuáticas! 



El espectáculo consiste en 15 pequeñas escenas que representan la tradición clásica del país (la pesca, la danza del dragón, los animales sagrados, etc), mediante marionetas que se encuentran sobre un escenario de agua. Todo ello acompañado por música y cantos tradicionales en directo. Muy entrañable.



Tras ello, cenita por las calles del barrio antiguo, y a la cama, que al día siguiente nos recogen temprano para ir a Halong.

Lo cierto es que el primer contacto con Vietnam nos ha sorprendido muy positivamente, siendo Hanoi una ciudad que no tiene tanto que ver, como cosas que vivir. Nos quedamos con el ajetreo de sus puestos callejeros, y la locura de su tráfico y la aventura que supone cruzar una calle. Hasta dentro de un par de días, Hanoi.


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