Aunque con una hora de retraso, cogemos nuestro sleeper bus destino Luang Prabang. No nos piden billete, las camas son estilo laosiano (es decir, de metro y medio), aquello parece el polo norte y para colmo han vendido mas pasajes que camas, y hay gente que tiene que compartir. Pero bueno, podemos echar unas cabezaditas hasta que, a las 3 de la mañana (sí, ¡a las 3!) llegamos a Luang Prabang. Un trayecto que se suponía íbamos a llegar a las 5 (más retrasos) encontró un vórtice espaciotemporal. Así que nos vemos obligados a hacer un poco de tiempo hasta que amanezca, para ir caminando hacia el centro.
Una vez allí aprovechamos para ver la ceremonia de ofrendas a los monjes a las 5:30 de la mañana. Un ritual en el que los devotos ofrecen comida a todos los monjes que desfilan, descalzos, por las calles alrededor de todos los templos de la ciudad. A pesar de ser un importante reclamo turístico, ellos lo siguen viviendo con sencillez y humildad, e irradia mucha serenidad.
Tras esto, vamos en busca de un colchón donde caer rendidos. En esta ocasión nos alojamos en una Guest House que nos ofrece free lao tea, free water and ¡free bananas!, lo cual estamos aprovechando bastante. Nos echamos una cabezadita de un par de horas y después charlamos con el dueño, el agradable Somphone, quien nos enseña un álbum de fotos de sus huéspedes desde hace más de 10 años. ¡Y a visitar la ciudad!
Luang Prabang es la cuarta ciudad más poblada de Laos (pero la segunda en importancia tras Vientiane). El buen estado de los templos, su calidad y cantidad, la limpieza de sus calles y la financiación de otros paises (es patrimonio de la UNESCO), proporcionan un ambiente agradable y tranquilo para el turista. Visitamos la inmensa mayoria de los templos, quedándonos con el monumental Wal Xieng Thong y el íntimo Wat Choumkhong. Parada para degustar comida laosiana y parada técnica en la Guest House debido al asfixiante calor, para refrescarnos y descansar un poco. Más tarde salimos para seguir visitando la ciudad y ver el espectacular atardecer, con la ciudad a nuestros pies, desde lo alto del Wat Phusi. Para cenar tomamos una rica barbacoa lao style; vamos, lo que vieme siendo un "Juan Palomo", te dan la carne, caldo de sopa y verduras varias, y te ponen unas brasas en el centro de la mesa para que lo hagas a tu gusto. Mucho calor y sudor, pero una delicia.
A la mañana siguiente un par de bananas free (and lao tea) y a las cascadas Khuang Si. Vamos una furgoneta que a mitad de camino se estropea y tenemos que salir a empujarla cuesta abajo para que arranque. Una vez allí entramos al parque, subimos hasta la cima y vamos disfrutando de los distintos niveles de las cascada. Además nos encontramos a nuestras francesas de Vang Vieng (otra vez, porque el día anterior nos las habíamos cruzado en el Wat Xieng Thong, y que probablemente nos volveremos a encontrar, pues llevan una hoja de ruta similar a la nuestra ;). Allí nos pudimos dar unos buenos chapuzones en el agua turquesa, acordándonos del cumpleaños de nuestra superamiga Cris (¡te queremos!), y a media tarde ya estábamos de vuelta en la Guest House.
Por la tarde salimos a visitar el mercado nocturno, hecho por y para el turista, y nos encontramos con nuestras amigas catalanas (también conocidas de Vang Vieng). No sabemos ni sus nombres, pero compartimos un rato muy agradable charlando con ellas, y no nos animamos a cenar y a unas Beer Lao, porque habíamos hablado con Somphone para una cena casera en la Guest House. Nos despedimos del Mekong (esta vez sí que sí, hasta dentro de un mes), y a descansar.
Nuevo día, nueva aventura. Nos despertamos a las 7 para nuestro último desayuno de free bananas, esta vez acompañadas de un lao coffee y de una agradable conversación con Somphone. Nos cuenta cosas de Laos, nos pregunta otras sobre "Sepain", y le damos un par de fotos de carnet nuestras para su colección de huéspedes.
¡Hasta la vista Luang Prabang!
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