Dado que nos alojamos en una guest house al lado de la estación de autobuses, a la mañana siguiente, antes de recorrer la ciudad, nos acercamos a comprar el billete de bus nocturno con destino Bangkok. Después de ello, desayuno del 7-eleven, y a pedalear 13 km hasta la ciudad antigua.
Allí entramos al recinto central de las ruinas, mucho mejor cuidadas y en mejor estado que sus vecinas de Ayutthaya, soltamos las bicicletas y decidimos recorrerlas andando ya que están bastante juntas y así nos ahorrábamos estar todo el rato con los microcandados de la bici. De entre ellas cabe destacar el Wat Mahathat, que con sus enormes budas y su estupa central bastante bien conservada te hace imaginar cómo fue en sus días dorados.
Tras la visita, comemos en un mercado cercano, y decidimos darnos un homenaje con los mejores smoothies de todo el sureste asiático. Un tazón de medio litro de pura fruta fresca, con un toque casero y una textura ideal. ¡Y a tan solo 20 baths!
Después volvemos al hostal, nos damos una duchita y salimos a pasear por la new city antes de coger el sleeper. Al ser sábado, nos encontramos con un mercadillo de comida, con su verbena al lado. Nos recordaba a Chiang Rai, pero a pequeña escala. Allí además coincidimos con unos españoles que nos recomiendan Kanchanaburi, aumentando nuestras ganas de conocerlo, ya que iba a ser nuestra próxima parada (elegida sobre la marcha del viaje, como debe ser).
Finalmente, a las 22:00 cogemos el autobús que nos dejará de madrugada en la gran estación de Mo Chit, Bangkok.
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