jueves, 25 de junio de 2015

Bienvenidos al 2558

Al fin última mañana en España, pero no por ello tranquila. Nada más llegar al aeropuerto nos encontramos con la primera piedra en el camino: una amabilísima azafata de tierra nos impide volar si no le enseñamos unos billetes de salida del país (Tailandia) antes de 30 días. Por mucho enseñarle visados y reservas de otros países, no atiende a razones y nos vemos obligados a comprar un vuelo que, obviamente, no vamos a utilizar. La gracia nos cuesta, además de dinero, un buen susto y unas cuantas carreras por el aeropuerto. Para colmo, una vez comprado el billete,  nos atiende un compañero suyo que no nos pide ni billete de vuelta ni ningún otro requisito extra. Pero bueno, conseguimos llegar a la T4S sin infartos ni derivados, pero con mucha impotencia ante las ganas que habíamos puesto en este viaje y la posibilidad de que no llegase a cumplirse.



Una vez en el avión llegamos sin problemas a la escala en Amman, donde nos saluda un chico español que había estado presente en el momento de tensión con la señorita de la compañía. ¿Su frase? "Vais para Bangkok, ¿no? Yo también, pero lo llevo todo organizado" (¡como si nosotros no lo tuviéramos!). 
La escala de Amman duró unas 4 horas, en la que pudimos recorrer varias veces la graaan terminal del aeropuerto, y que nos brindó momentos cómicos a base de pedorretas desconocidas ("Chuvi, la china de atrás no hace más que tirarse pedos, y aquí no pasa nada") y alarmas incesantes cada 3 minutos.

El segundo avión  se nos hizo más llevadero, con unas cuantas cabezaditas, y al fin ¡Bangkok!¡Comienza la gymkhana!
Hemos tenido que coger un shuttle bus hasta la estación de autobuses. Allí, montarnos en una furgoneta que no salía hasta que no se llenase ¿30?¿40 minutos? Y a sumergirse en los atascos de Bangkok. Una hora después llegamos al Victory monument donde, tras cruzar una glorieta humana, cogemos un autobús para Khao San Road, la calle de la locura, que nos ayuda a encontrar una amable tailandesa (pero esta vez amable de verdad).



Ya en Khao San Road buscamos el hostal, una maravillosa ducha bien fría que nos revive y primera cena asiática. Paseo nocturno, como si de A.Camino se tratase, y vuelta al hostal para preparar el día de mañana.




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