Cogemos primero un híbrdio entre furgoneta y tuk-tuk que ellos llaman local bus, que nos deja en la terminal de autobuses, y desde allí una furgoneta que nos deja en el lado tailandés de la frontera. Caminito bajo el sol, a por el visado (1$ más por ser fin de semana, cosa curiosa, pero debe de ser como pagan el sueldo extra de festivo) y ya estamos en Laos. Desde aquí solo regatear una furgoneta que nos lleva a Pakse, donde nos damos una de las duchas frías más reconfortantes de lo que llevamos de viaje, tras más de 24 horas de camino. Después una rica comida y nos estrenamos con nuestra primera Beer Lao bien merecida.
72 días, 4 países, 4 pasos fronterizos, incontables kilómetros e inabarcables aventuras.
lunes, 29 de junio de 2015
¡Sabaidy Laos!
Amanecemos en el tren nocturno con destino a Ubon, con la única misión del día de cruzar la frontera y descansar un poco en Laos. Llegamos con 3 horas de retraso (efectivamente, como habíamos leído, "los trenes tailandeses rara vez son puntuales"), así que hemos perdido el autobús directo a Pakse. Pero no pasa nada, hemos venido a jugar.
Cogemos primero un híbrdio entre furgoneta y tuk-tuk que ellos llaman local bus, que nos deja en la terminal de autobuses, y desde allí una furgoneta que nos deja en el lado tailandés de la frontera. Caminito bajo el sol, a por el visado (1$ más por ser fin de semana, cosa curiosa, pero debe de ser como pagan el sueldo extra de festivo) y ya estamos en Laos. Desde aquí solo regatear una furgoneta que nos lleva a Pakse, donde nos damos una de las duchas frías más reconfortantes de lo que llevamos de viaje, tras más de 24 horas de camino. Después una rica comida y nos estrenamos con nuestra primera Beer Lao bien merecida.
Pasamos tranquila la tarde y hoy vuelta al ruedo. Nos buscamos las castañas para ir por nuestra cuenta al Wat Phu Champasak, unas ruinas de la era Angkor, rodeadas de plena naturaleza, y situadas en una ladera. Los restos del templo en sí mismos son espectaculares. Las vistas desde lo alto, una maravilla. Y juntos hacen de este sitio algo único donde sentarse y quedarse embobado un buen rato con las vistas.
Cogemos primero un híbrdio entre furgoneta y tuk-tuk que ellos llaman local bus, que nos deja en la terminal de autobuses, y desde allí una furgoneta que nos deja en el lado tailandés de la frontera. Caminito bajo el sol, a por el visado (1$ más por ser fin de semana, cosa curiosa, pero debe de ser como pagan el sueldo extra de festivo) y ya estamos en Laos. Desde aquí solo regatear una furgoneta que nos lleva a Pakse, donde nos damos una de las duchas frías más reconfortantes de lo que llevamos de viaje, tras más de 24 horas de camino. Después una rica comida y nos estrenamos con nuestra primera Beer Lao bien merecida.
sábado, 27 de junio de 2015
¡จนแล้ว Tailandia!
Ayer nos despedimos de Bangkok con un día de intenso pateo por sus templos, callejuelas y budas (meditando, de pie o posando como el Doncel de Sigüenza. Es curioso que a pesar de ser una ciudad con tanto turismo occidental, sigan prestándonos atención, tratando de ayudarnos e indicarnos en la medida de lo posible, e intercambiando una amplia sonrisa ante un cruce de miradas casual. Aún así, siempre puedes encontrarte algún que otro timo cómo el "Buddhas holyday" y sus "free gasoline, chepear tuk-tuk, lucky men".
Una vez allí, hemos cruzado el río hacia la isla y visitado las principales ruinas de la ciudad, que a pesar de estar masificadas destilan tradición de hace siglos, aun estando entremezcladas en el interior de una ciudad de la periferia de la capital tailandesa.
Y ahora sigue la aventura. Cogemos un tren nocturno dirección Ubon Ratchatani, desde donde cruzaremos la frontera con Laos para pasar los próximos 18 días. Tenemos muchas ganas de perdernos en este país, menos turístico que su vecina Tailandia, y de empaparnos un poco de su cultura y tradición.
jueves, 25 de junio de 2015
Bienvenidos al 2558
Al fin última mañana en España, pero no por ello tranquila. Nada más llegar al aeropuerto nos encontramos con la primera piedra en el camino: una amabilísima azafata de tierra nos impide volar si no le enseñamos unos billetes de salida del país (Tailandia) antes de 30 días. Por mucho enseñarle visados y reservas de otros países, no atiende a razones y nos vemos obligados a comprar un vuelo que, obviamente, no vamos a utilizar. La gracia nos cuesta, además de dinero, un buen susto y unas cuantas carreras por el aeropuerto. Para colmo, una vez comprado el billete, nos atiende un compañero suyo que no nos pide ni billete de vuelta ni ningún otro requisito extra. Pero bueno, conseguimos llegar a la T4S sin infartos ni derivados, pero con mucha impotencia ante las ganas que habíamos puesto en este viaje y la posibilidad de que no llegase a cumplirse.
Una vez en el avión llegamos sin problemas a la escala en Amman, donde nos saluda un chico español que había estado presente en el momento de tensión con la señorita de la compañía. ¿Su frase? "Vais para Bangkok, ¿no? Yo también, pero lo llevo todo organizado" (¡como si nosotros no lo tuviéramos!).
La escala de Amman duró unas 4 horas, en la que pudimos recorrer varias veces la graaan terminal del aeropuerto, y que nos brindó momentos cómicos a base de pedorretas desconocidas ("Chuvi, la china de atrás no hace más que tirarse pedos, y aquí no pasa nada") y alarmas incesantes cada 3 minutos.
El segundo avión se nos hizo más llevadero, con unas cuantas cabezaditas, y al fin ¡Bangkok!¡Comienza la gymkhana!
Hemos tenido que coger un shuttle bus hasta la estación de autobuses. Allí, montarnos en una furgoneta que no salía hasta que no se llenase ¿30?¿40 minutos? Y a sumergirse en los atascos de Bangkok. Una hora después llegamos al Victory monument donde, tras cruzar una glorieta humana, cogemos un autobús para Khao San Road, la calle de la locura, que nos ayuda a encontrar una amable tailandesa (pero esta vez amable de verdad).
Ya en Khao San Road buscamos el hostal, una maravillosa ducha bien fría que nos revive y primera cena asiática. Paseo nocturno, como si de A.Camino se tratase, y vuelta al hostal para preparar el día de mañana.
domingo, 21 de junio de 2015
Buscando una excusa para estrenar el blog
A tres días de despegar, y siendo ésta la última vez que veremos a Elvira antes de encontrarnos en Hanoi (como el que queda en el barrio de su casa), si es que llegamos, lo que parecía un castillo en el aire va llegando a su comienzo.
Tras un año de interminables épocas de exámenes, empieza nuestro verano: Thailandia, Laos, Vietnam, Camboya.
Tras 4 días en Thailandia para tomar contacto, pasaremos 2 semanas en Laos con sus circuitos en moto, templos, y su ambiente rural. Luego le toca el turno a Vietnam, país con un gran bagaje histórico, cultura emergente y lo más occidentalizado de nuestro trayecto. Tras ello, Camboya, donde conoceremos la cultura Khmer en los templos Angkor Wat y tendremos tiempo para relajarnos por las playas del Sur camboyano. Y para finalizar unos días en la ajetreada Bangkok y hacia el Norte donde esperamos finalizar nuestro viaje.
Iremos dando señales de vida según avance esta aventura.
Lo mejor está por venir
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